LAS GÁRGARAS

Se conoce con el nombre de " hacer gárgaras " ( latín gurgulium, en castellano garganta ) al método de limpieza de la garganta, utilizando una mezcla de agua y miel. 

A veces se añade limón.

En Cereceda las " gatas " eran especialistas en curar dolores mediante la aplicación de remedios caseros.

El blog ha manifestado en muchas ocasiones que el uso de medicamentos era raro en Cereceda, pues Don Juan utilizaba también remedios caseros.

La farmacia estaba en Tamames o en Sequeros. El desplazamiento debía hacerse en burro y algunos dolores eran propios de la época invernal, con la dificultad añadida para los desplazamientos de la nieve o el hielo o la lluvia.

El " avisar " a Don Juan llegaba siempre una vez que los remedios caseros no habían conseguido su finalidad.

Cuando me dolía la garganta - algo muy corriente en invierno - yo me quejaba de que no podía tragar. Las causas eran diversas: calzado de abarcas en las que el agua pentraba  por arriba, los juegos con la nieve, el chupar los chuputeles de los tejados o el paso de una cocina a elevada temperatura, gracias a la " lumbrará " de la taberna, al ambiente de la calle a varios grados bajo cero.

El remedio lo preparaba mi madre con agua templada y cucharada de miel jurdana. Desconozco la proporción aunque en " medidas gatunas " era un tazón de agua caliente con una cucharada sopera de miel. Si había, se le añadía un trozo de limón con cáscara lo que provocaba un picor muy fuerte en la garganta.

- Toma un sorbo pequeño y haz gárgaras. Así hasta que se vacíe el tazón. 

Ese remedio me lo aplicaba en el corral porque no existía el cuarto de baño.

Los lagrimones brotaban en cascada de los ojos, pero en muchas ocasiones era " mano de santo ".

Si aparecía la fiebre, entonces se avisaba a Don Juan, que siempre decía : " seguro que tu madre o tu abuela ya te han preparado agua con miel y limón y te has cansado de hacer gárgaras."

De esa forma el primer paso para la cura del dolor de garganta, Don Juan se lo saltaba y pasaba al siguiente : Receta, viaje a Tamames y, muchas veces, inyección en el culo.

Así era la medicina en Cereceda de los años cuarenta y cincuenta del siglo pasado.

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