SÓLO SE TIRAN PIEDRAS al árbol cargado de frutos.
Hoy me he reunido con unos amigos, gentes de pueblo al que un día abandonaron por razones de estudios, y hemos recordado " hazañas " infantiles.
Entre esas " hazañas " sobresalen las que tienen relación con los " robos " de frutas en la época veraniega.
Peras, manzanas, ciruelas y melocotones se llevan los lugares de honor.
En medio de la animada charla, el más veterano en esas lides ha soltado una " sentencia " que decimos en Cereceda : " Sólo se tiran piedras al árbol cargado de frutos ".
Yo he impugnado su " sentencia " con estas palabras " pues a mí me gustaba caer las pocas manzanas que quedaban en unos manzanos que había en la Fuente la Mocarria ".
Ésta ha sido mi explicación :
" Yo tenía dos compañeros inseparables de mi persona: el aro y el tirachinas.
El aro me acompañaba a todas partes menos a la iglesia y a la escuela porque Don Antonio no me dejaba que lo metiera ni siquiera al " portalito ". Y de Don Lamberto prefiero no decir nada pues su seriedad habría transformado mi aro redondo en una línea recta.
Pero a la iglesia y a la escuela me acompañaba el" mi " tirachinas, que me había hecho mi tío Horacio mi padrino, unas veces colgado del tirante que quedaba sin romper y otras guardado en el bolsillo donde dormían las canicas.
Cuando iba a cuidar las vacas al río Yeltes, desde Las Digisuelas hata La Isla, siempre llevaba el tirachinas y las manzanas de los árboles que había por el camino de la parte baja de La Ladera me gustaban cuando quedaban dos o tres, o una sola.
- Cuando había muchas no era ningún " misterio " acertarle a alguna.
Foto Google.com Un manzano y un tirachinas.
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