EL MURADAL Y LAS GALLINAS
Los " gatos " que tenían un huerto " pegado " a la casa, acostumbraban sacar el estiércol de las vacas o de los marranos al huerto.
Ese montón de estiércol era el lugar favorito de las gallinas.
Además de los granos de trigo o de cebada que se encontraban, podían, a los pocos días de hacer el muradal, encontrar lombrices.
Ese era un plato de " día de fiesta ".
Recuerdo una lombriz en el pico de una gallina y las restantes de la casa corriendo tras ella por el huerto y el corral para arrebatársela.
El estiércol del huerto se echaba en montoncitos para ser repartidos con la horca de dientes de hierro en un espacio circular alrededor del montoncito.
- No hace falta que esparrames el estiércol del huerto. Ya lo han esparramao las gallinas, me decía mi padre cuando me veía, horca en ristre cual don Quijote, salir de la cuadra al huerto para esparramar el estiércol.
Ese estiércol que eran los excrementos de las vacas, los cerdos, las cabras o las ovejas o la burra, era el abono apropiado para patatas, alubias y frejones.
Cuando íbamos a " zachar " las patatas aparecían todavía trozos o bloques de hojas - las hojas eran la " cama " de los animales - mezcladas con los excrementos.
Así se abonaban los huertos y algunos linares en la Cereceda de mi niñez. Otros tenían la " suerte " de recibir " una noche de ovejas ".
Sólo hacía falta un buen año de lluvias y agua abundante para que el huerto se convirtiera en un " milagro " a la hora de recoger la cosecha.
Foto pinterest.es
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