LA CAJA DEL VIOLÍN ESTÁ VACÍA
Como yo desconozco todo el vocabulario de ese país, me he parado delante del músico " con la boca cerrada " a escuchar una música de violín muy fina, tan fina como el agua clara que nace en la Fuente del Aceitero del mi pueblo.
Me ha parecido que las notas eran sencillas, capaces de ser asimiladas por todos los transeúntes, aunque algunos, como yo, se pararan solamente un momento a escucharlas.
- " Señoras y señores, se presenta el vilinista de la caja de madera forrada de azul, que acaba de llegar a esta ciudad y al que un bondadoso " frutero " le ha prestado esta caja para sentarse toda la mañana y, si la suerte me es propicia, toda la tarde ".
La caja del violín estaba abierta pero vacía.
Quizás era demasiado temprano y los viandantes caminaban con prisa a su lugar de trabajo o a subir al autobús y desoían la llamada del violín.
El músico acababa de iniciar su jornada " de mañana " y esa melodía era su saludo de presentación.
Yo seguí mi caminar mañanero y, me detuve ante él, al regreso, que fué una hora y media más tarde.
La caja contenía ya algunas monedas doradas.
En mis años juveniles de estudiante en Salamanca había siempre algún tuno - en Salamanca abundaban las tunas universitarias - que solía probar suerte con su guitarra o con su bandurria por la calle La Rúa hacia la Plaza Mayor.
En el suelo colocaba una gorra a la que iban llegando los billetes de una peseta o de cinco pesetas.
Hoy, los billetes, aunque sean de cinco euros, son desconocidos para los músicos callejeros.
¡ Qué pena !
Ellos alegran la mañana soleada de una hermosa ciudad mediterránea.
Foto pinterest.es
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