lunes, 27 de noviembre de 2023

 AL JUGAR Y PERDER, pagar y callar








Se lo escuché muchas veces a mi abuelo Matías.

Para los jugadores de calva en la calle Salida al Cabaco - aunque ellos para lanzar el marro se ponían en la carretera, en aquellos años, utilizada por poquísimos vehículos de dos y de cuatro ruedas - alguien se encargaba de pasar por la taberna de mis padres y llevarse una herrada de la de sacar agua con el cigüeñal, pero llena de limonada.

A mi abuelo le gustaba que le pusieran unas gotas de aguardiente " pa quitar el sabor de la fruta que le echaban ", decía él.

Cuando se acababa la partida, mi padre me había encargado que yo recogiera la " herrá " y los vasos de cristal, que muchas veces aparecían rotos por el enfado de los perdedores - y los llevara a mi casa, que está unos pocos metros carretera arriba.

Entonces le escuché muchas veces la frase a mi abuelo.

Esa frase la dirigía a los perdedores que discutían entre ellos de quién era la culpa de haber perdido, que casi siempre era del " pobre " marro por no estar bien redondeao o de la calva por no " bailar " como debía al ser golpeada por el marro.

Otras veces echaba mano del bolsillo del chaleco y le daba unos billetes de peseta a su compañero para que fuera a pagar a mi casa.

Cuando perdía no iba nunca a casa de su hija - mi madre - a pagar porque los " gatos " que estaban en la taberna, solían decirle con guasa " Matías, hoy ha tocao perder pero ha sío culpa de tu compañero, porque a esos dos - los ganadores - les habías ganao tú solo ".

Mi abuelo seguía los " pasos " del refrán : " Al jugar y perder, pagar y callar ".


Foto  Google.com    La calva y los marros

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