EL XILÓFONO
En mi callejear por la ciudad, hoy me he encontrado junto a un centro comercial un hombre " viejo " tocando un xilófono.
Sentado en una silla de tijera sin respaldo y cubierta su cabeza con un sombrero de paja que lleva ajuantados muchos veranos, ve pasar a los transeúntes sin inmutarse en su concentración y en los movimientos de sus manos golpeando con cariño un pequeño xilófono.
Delante de él, como todos los músicos callejeros, está la caja del instrumento musical, con la boca abierta y solicitando una pequeña compensación por las melodías que ambientan, a falta de mes y medio, las fiestas navideñas.
" Cachos " de villancicos - que decimos en Cereceda - se van expandiendo al aire y obligan a los viandantes a detenerse un momento y a algunos, por amor a la música o por recompensa al músico, les obliga a llevarse la mano al bolsillo y depositar unas monedas.
Yo me he parado junto a él y he echado una " ojeada " a la recompensa por su alegrar la mañana o la tarde a todas las personas que entran o salen del enorme centro comercial.
Monedas doradas de 10 y 20 céntimos ocupan el suelo de la caja, y hasta dos monedas de 50 céntimos, que al ser lanzadas " de prisa " , han llegado al borde más alejado de la caja.
- Estoy tres horas por la mañana y dos por la tarde. Cuando llegue la Navidad aumentaré mi horario por la tarde.
- ¿ La recompensa ?.
- Es siempre la voluntad. Yo recojo mi sillita de tijera, guardo en la caja el xilófono, y en mi casa hago el recuento del día. Al mediodía nunca vacío la caja.
- ¿ Cuántos euros en un día malo ?
- La voluntad.
- Y, ¿ en un día bueno ?.
- La voluntad.
- Desconozco su nombre " de pila ".
Yo lo bautizado " el hombre de la Voluntad ".
Foto Google.com
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