EL PEINE DE NUESTRAS ABUELAS
Era la Escuela Unitaria de Niños de Cereceda.
Una de las primeras cosas que me encontré en la Escuela fueron los piojos.
Mi padre decía que porque el `piso era de maderas viejas y la limpieza de los alumnos era " poca ".
Entonces no había agua corriente y eran las palanganas quienes se encargaban de eliminar la suciedad que cogíamos por las calles de barro y por los corrales de las casas.
Desconozco qué productos empleaban nuestras madres para eliminarlos.
Recuerdo los cortes de pelo que nos hacía Ismael, el barbero del pueblo, y los lavados de la cabeza por parte de las señoras " gatas ".
Pero mi recuerdo más nítido es el del peine con el que cada mañana y cada tarde mi madre me peinaba el poco pelo que el barbero dejaba en mi cabeza.
Era un peine como el de la foto.
Ese peine y yo éramos enemigos " declarados " pues mi abuela se empeñaba en decir que con ese peine y un ungüento que ella preparaba - sólo Dios y ella sabían los componentes - los piojos no se aproximarían a mi cabeza.
Cuando " los años y los libros " me convirtieron en maestro de Unitaria, recordé a algunas " amachus " ese peine para eliminar - junto a productos modernos - los " bichitos " que aparecían en las cabelleras de sus hijos.
Hoy rindo un homenaje a las madres y abuelas que intentaban mantener nuestras cabezas libres de tales " bichitos ".
Foto pinterest.es
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