ASÍ ERA EL MI PUEBLO
Las novillas pastando en cualquier zona de la dehesa con los " rebollos " sin hojas y la hierba todavía de color verde antes de que las heladas la transformaran en blanca o en amarilla o en ningún color porque había desaparecido.
El cielo de color azul claro porque el sol carecía de fuerza y el ambiente era un poco lánguido a la espera del invierno.
La dehesa era un buen refugio para el ganado aunque la comida fuera escasa.
- " Hoy las vacas van pa la dehesa ", decía el boyero, que veía aumentado el número de animales a guardar porque las faenas en las tierras eran para otros días del año.
A mí me gustaba ir a la dehesa en invierno y en primavera desde que era niño.
En invierno iba con mi padre a juntar carros de hoja y a buscar ramas viejas para la lumbre, a las que llamábamos " secarones ", y en primavera iba a buscar las vacas, que dormían en la dehesa, para realizar los trabajos del carro o del arado.
Era hermoso ver el ganado suelto en el Majadal, la zona de la dehesa que primero se roturó y que se veía desde cualquier lugar del pueblo.
Allí, en el Majadal, estaban los burros, que también fuí a buscar muchas veces a " la burra que sabía latín " y la llevaba al corral con la volvedera al cuello y sin aparejo.
En mis últimas vacaciones veraniegas en el pueblo, " le tuve miedo a la dehesa " y la rodeé por la carretera de Sequeros y por la carretera de Ciudad Rodrigo.
¡ No me treví a cruzarla por los Valles o por El Mato !.
Foto lagacetadesalamanca.es
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