PATÁN
Hoy, sentado a la mesa de una cafetería, ha salido a relucir el adjetivo calificativo " patán ".
Es una palabra que escuché muchas veces en boca de las señoras " gatas " .
Estaba tomando un café con un matrimonio amigo, castellanos de toda la vida y, además, de pueblo.
El marido ha intentado coger una servilleta de un servilletero que la camarera nos ha colocado en el centro de la mesa, y ha enviado al suelo la botella pequeña de agua que su esposa pidió junto con el café.
- ¿ Has visto ?, me ha preguntado enfadada.
Yo no he respondido.
Ella ha seguido enfadada, explicándome el " desastre " de su esposo.
- Mi marido es un patán. Lo mismo que le ha pasado aquí, lo hace en casa cuando nos sentamos toda la familia a la mesa. No le gusta que ponga una copa para el vino y otra para el agua y otra para el cava. Al menor movimiento se lleva alguna por delante.
El esposo en silencio me ha sonreído conocedor de la " perorata " de su esposa.
- Mujer, mi padre decía que yo era un patán cuando íbamos a zachar las remolachas porque pisaba siempre algunos pies recién puestos. Si tocaba abrir las bocas de los canteros de patatas, yo siempre acertaba por donde había patatas, de forma que volvíamos a casa con una cesta patatas.
- Su madre ya me dijo, cuando nos casamos, que comprara platos y copas en abundancia porque su hijo era un patán.
Como muestra de su arrepentimiento, ha pagado las consumiciones sin caer demasiadas monedas al suelo.
- Hasta para pagar es un patán, ha sentenciado la esposa.
Yo he añadido: " nunca escuché el adjetivo en femenino ", pues ninguna " gata " era patana.
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