LA BURRA EN LA NIEBLA
Hacía frío esa mañana.
La niebla se había caído del cielo y se había posado en las copas de los árboles desnudos.
La burra con todo lo necesario para aguantar el frío colocado sobre la albarda, espera la orden de su amo para comenzar a caminar.
Es una burra joven a la que le gustaría trotar, si las fuerzas la acompañan.
La parada en medio del monte sobre un lecho de piedras pequeñas semeja el cauce de un río, aunque se trata de un camino que lleva a los praos en esa época del año y, en una mañana tempranera, cubiertos de una buena cencellada.
Una yerba medio quemada por el hielo y medio cubierta de gotas de agua helada de la niebla, no llama su atención para acariciarla con su morro.
A ella en mañanas de ese cariz, lo que le agrada es un buen " pienso " de medio cesto de paja y una lata de cebada.
Aun desconociendo el viaje, a ella le parece oportuno coger fuerzas para un día malo, sin sol, con niebla y con frío.
Todas esas adversidades la benefician porque con esas condiciones climatológicas, su dueño irá caminando tras ella o delante con el ramal de las cabezás tirado por detrás del cuello y con paso rápido, si las piernas se lo permiten, para evitar el frío.
¿ A dónde van ?
A dar una vuelta al prao de La Isla porque le han dicho que la crecida del Yeltes " se ha llevao la mitad de la pared del prao y algunos chopos están arrancaos " de cuajo ".
Foto pinterest.es
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