TODO LO QUE HAGAS EN LA VIDA ES POCO IMPORTANTE, pero es muy importante que lo hagas.
Esta " sentencia " que diría mi padre, me la enseñó el P. Juan Ángel Barquilla Ramiro, sacerdote agustino, " hijo de Romangordo, un pueblo de Cáceres ", que recorrió con su Citroen dos caballos, todos los pueblos pequeños de la provincia de Salamanca, " buscando muchachos que quisierann ir a estudiar a los frailes en el colegio que los Agustinos teníamos en Mayorga, provincia de León " según sus propias palabras.
Era hijo del herrero del pueblo y " mi padre mientras machaba en el yunque me enseñaba a vivir con dichos como éste ":
" En la vida se pueden hacer muchas cosas que, unas serán más importantes y otras menos importantes, y el tiempo las borrará o las engrandecerá , pero lo que es siempre muy importante es haberlas hecho ".
Mi tío Horacio era cestero o hacedor de cestos de mimbre para sacar las patatas o para llevar paja a las cabras o para poner la comida - paja y cebada - a la burra.
Un día le pregunté por un cesto, con el borde de arriba mal hecho y con alguos mimbres fuera de su sitio y atado con cuerdas, que mi tía Floripe usaba, lleno hasta la mitad de paja, para " nidal " de las gallinas.
Mi tío, todo serio, miró el cesto y me respondió: " Éste fué el primer cesto que hice y está tan mal hecho que lo tiré encima de la leña del corral pa encender la lumbre, y tu tía lo cogió pa ponerlo de nidal a las gallinas. Pero, si no hubiera hecho este cesto tan mal, hoy no haría ningún cesto bien ".
Sabia " sentencia " de un " gato " cestero.
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