A mí me gustan mucho las patatas.
Seguramente porque el puré de patatas fué mi alimento desde los pocos días de mi nacimiento.
Me encantan las patatas cocidas, esbaratás o sin esbaratar.
- Que eso de las patatas meneás es un invento para turistas, porque en Cereceda hemos cenao patatas esbaratás y con algunas sopas de pan en el fondo de la fuente, todas las noches del tardío y del invierno y de la primavera, me dijeron algunas " gatas " , enfadadas con el nuevo nombre.
Me gustaban las patatas cocidas del caldero de los cebones y esas patatas eran muchos días el aperitivo antes de la comida al salir de la escuela.
Esas patatas se pelan " solas ".
Pero mis patatas favoritas eran las asadas entre la ceniza de la lumbre.
A esas patatas mi madre le añadía un " chorrito de aceite jurdana " y unos granos de sal, y yo me las comía para merendar al llegar a casa tras asistir a la clase de la tarde.
Esas patatas no necesitaban que les quitase la piel pues me las comía " con piel y todo ".
Lo más rico de esas patatas " asás " era la piel y el poco de " carne " que se quedaba pegada a ella.
Hoy me entero por lagacetadesalamanca.es que para pelar las patatas crudas lo mejor es hacerles un pequeña hendidura en la piel con el cuchillo y tenerlas hirviendo cinco minutos.
El problema es que las patatas que venden tienen muchos " hoyos " y las patatas de las Canalejas eran totalmente lisas y se pelaban con la navaja en " un santiamén ", que decía mi tía Floripe.
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