EL SILENCIO
Ver a dos " gatas " sentadas en un banco - mitad madera y mitad hierro - continúa siendo normal en cualquier día de primavera o de otoño.
La calle sirve de escenario para representar la vida de las pocas gentes que quedan en cualquier pueblo de Castilla.
Esas mujeres, tras limpiar la cocina, se " ponen de domingo " y salen a la calle para sentarse en un banco y ver pasar a la gente.
En un día normal es posible que hasta ese banco, aunque se encuentre en la plaza, solamente acuda alguna otra amiga.
Si antes eran dos, un número muy elevado si tenemos en cuenta la " escasa " población de ese pueblo, quizás llegue una más.
Los temas de los que pueden hablar son muy reducidos: las medicinas que toman, la llamada de algún miembro de la familia que está muy lejos y que promete regresar para visitarlas en verano, la compra que piensan realizar al vendedor ambulante que un día por semana se acerca al pueblo, y pocos más.
Una tarde le pregunté a una " gata " que estaba sentada cerca de la Poza con la compañía de otra " gata ", de qué hablaban, y ella sonriendo me dijo: estamos calladas.
Yo entendí que hablaban del silencio que hay en la vida de muchas de esas mujeres que ya ni siquiera pueden hablar en la cola del consultorio médico, porque el médico " olvida " pasar por allí, al menos, una vez cada semana.
Foto pinterest.es
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