LA CAYÁ Y EL CANALÓN
En esta foto hay muchos detalles interesantes.
A mí me gusta destacar dos detalles: la cayá del tío Nico y el canalón.
La cayá era una ayuda imprescindible en Cereceda.
- Coge la cayá si vas a llevar las vacas al prao, me decía mi madre.
La cayá la llevaba mi padre cuando iba de pastor o me la daba a mí cuando yo iba de " rabadán " con el pastor.
Una cayá que " levantaba del suelo " más que yo.
La cayá era " la tercera pata " de todos los " gatos " viejos del pueblo.
Recuerdo la cayá gorda que tenía el tío Juan José, el padre del tío Manuel " Pitos ", que falleció cuando yo tenía cuatro años y que le servía para hacer caer a los muchachos cuando íbamos por la calle.
El canalón fué siempre un enemigo para mí.
El canalón impedía que se formaran " chupiteles " en los aleros de los tejados con la llegada de la nieve y del hielo.
El canalón que mi padre colocó para recoger el agua de las canales en el lado del tejado que enviaba el agua al huerto, impidió que yo escuchara desde la cama de la alcoba el ruido del agua que caía sobre las matas de perejil y de yerbabuena que mi madre plantó junto a la pared, y entre las que yo había colocado unos trozos de pizarras negras que brillaban entre las hojas verdes de esas plantas.
Antiguamente te mojabas cuando ibas por la calle y llegabas a casa " calado " de gorra y jersey por el agua de las canales de los tejados. Hoy vuelves a casa con los pies convertidos en pasajeros de barcos inundados por los " ríos de agua " de los canalones.
Yo tengo una cayá en mi casa del pueblo y en mi huerto de Alicante.
Y tengo canalones en la casa pueblerina para " proteger la fachada ", pero siguen sin gustarme los canalones.
Foto pinterest.es
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