GENOVEVA Y EL TARDÍO
Para mí, " gato " de nacimiento y crianza, es muy sencillo adivinar lo que piensa una " gata " sentada en unas piedras a la salida del pueblo o al machadero la su puerta.
Está sentada tomando el sol de la tarde, con la mirada en el infinito para alcanzar hasta las choperas de las orillas del Yeltes junto al Puente Cantería en el camino Zarzoso.
- Con la de madrugás que yo lo he recorrido cuando íbamos a segar pa Valdecarros, o a dar los haces, que al mi Rosendo le gustaba estar en las suertes antes de ser de día. Luego de darle los haces, porque él era quien cargaba el carro, yo me iba a regar con la toma de la Nava el Mónago, y cuando volvía a casa entoavía no había vuelto el carro de haces porque iba a dar la vuelta por el caño El Cabaco ".
Pero el verano se acabó, las Eras quedaron limpias y agosto le trajo a la su muchacha, " la Fini - Serafina como su abuela - que ha venido de Barcelona con los mis nietos, un niño de cinco años y una niña de nueve años. La niña se llama Feli - Felicidad, como yo - y el niño Rosendo, como su abuelo ".
El tardío ha llegado a Cereceda y las hojas de los árboles, arrastradas por el viento gallego se amontonan junto al poyete en el que Felicidad está sentada.
- Ahora vengo muchas tardes hasta aquí. Alguna tarde se acerca mi amiga Avelina y hablamos de muchas cosas. Otras veces viene Teodora, que está viuda, y nos vuelve la cabeza loca porque sólo sabe hablar de sus achaques y de las pastillas. ¡ Que toma cinco pastillas ca día !. ¡ Ésa está un poco ida de tanta pastilla !.
Yo la dejo a la espera de su amiga Avelina que le hace compañía, en silencio, casi hasta la puesta el sol.
A esa hora, vuelve a la su casa a preparar la cena para ella y para el su marido Rosendo, que ha pasado la tarde en el bar " echando la partida al tute ".
Foto pinterest.es
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