EL SEÑOR GONZALO Y SU TROMPETA
Una tarde se presentó a la puerta de la posada de mis padres en Cereceda.
Entró por el huerto que daba a la carretera de Ciudad Rodrigo y en el que había un montón de leña seca que servía para encender las raíces frescas y llenas de barro que traíamos de Valdecarros, y el pozo. Un pozo de un metro de profundidad pero que manaba mucho y surtía de agua las casas de los vecinos del Chapatal y de la Poza.
Para entrar en la casa había tres peldaños de piedra de cantería y para entrar a la cuadra había solamente uno.
En ese peldaño se había sentado quien tocaba la trompeta.
Yo salí corriendo desde la cocina para saber quién la tocaba, y me lo encontré allí sentado.
- Esta noche vamos a hacer una " función " en este pueblo y yo me he venido con mi bicicleta desde Morasverdes para recorrer las calles anunciando la " función ".
Se quedó un minuto en silencio y me preguntó si mi padre estaba en casa y si los componentes de su grupo de títeres se podían quedar a cenar y a dormir en mi casa.
Yo me fuí a buscar a mi madre, porque mi padre estaba a llevar un carro de estiércol al huerto de las Dos Cerrás para sembrarlo de patatas.
Y después me fuí a la Plaza a anunciar que esa noche había función porque estaba en mi casa un señor que tocaba una trompeta.
Hubo función en la Plaza. Y no llovió, Y los titiriteros hicieron reír a la gente menuda y bailar a los mozos y las mozas.
Durmieron en la posada y a la mañana siguiente se fueron por la carretera Sequeros.
El trompetista me dijo que se llamaba Gonzalo y que había sido torero antes de ser músico y que un toro lo apartó de las plazas de toros, " pero me quedan las plazas de los pueblos ".
Así de " emocionante " era la vida en Cereceda en abril, unos días antes de la Fiesta de San Marcos.
Foto pinterest.es
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