EL SECRETO DE LA CHIVINA

A las crías de las cabras nosotros las llamamos chivines y chivinas.

Estas crías son muy juguetonas. Si están bien alimentadas les encanta dar saltos alrededor de su madre y " pegarse a los pantalones del cabrero "

Yo recuerdo a algunas " gatas " sentadas en los pasos de la entrada a la clínica de D. Juan y las chivinas subidas hasta su altura y queriendo " mordisquear " su pelo o sus orejas.

- Estas chivinas son más cariñosas que los mis nietos. Si me siento quieren besarme y si les doy un trocín de pan, me quieren besar los mis dedos pa darme las gracias. Los chivines son mu agradecíos, te decía cualquier " gatina ".

Hoy es domingo y Jenaro se ha acercado hasta el corral de las cabras en las afueras del pueblo para ver cómo se encuentra la cabra Ramona que esta mañana cojeaba de la pata delantera derecha y le puso un poco de zotal en la hendidura de la pezuña.

Enseguida se le ha acercao la chivina Marea - porque en su cabriá todas las cabras y sus crías, machos y hembras, tienen nombre - y a él le enseñó su padre que a las cabras, a las chivinas y a los chivines les gusta que los llaman por su nombre, y , mi padre decía que " él estaba mu orgulloso de saber de memoria el nombre de todas las sus cabras. ".

La chivina Marea se ha acercado a contarle algún secreto a la oreja y Jenaro se sonríe con las " aventuras " que le cuenta la chivina, sentado en el muro del corral de cabras y con la cayá que estrenó el día de San Antonio.

- Esta cayá me la hice yo con una barda que me encontré medio arrancá por los jabalíes en el barranco del Rescambrón. Le até una " lía " para darle la forma a la cabeza y luego la metí en el horno cuando la mi mujer sacó el pan. Así se secó " de golpe " y ya no se enderezará.

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