Los peregrinos famosos eran quienes iban a Santiago de Compostela.
Yo subí como peregrino a la Peña de Francia varias veces en compañía de algunos sacerdotes, y en la hospedería de la Peña nos dieron " la cena del peregrino " que se parecía a la que tenían como sustento los famosos peregrinos santiagueses.
En los documentos que dejaron los peregrinos hallamos de todo: viajes austeros de pan y vino ( mi padre decía " con pan y vino se anda el camino pero se anda mejor, si además hay un torrezno de tocino " ), cenas de pan untado con ajo o sopas de ajo.
Muchos peregrinos salían de su casa sin una moneda en el bolsillo. Éstos caminaban pidiendo limosna ( " lo que usted tenga a bien darme y que Dios se lo pague ", decían ) o manteniéndose de lo que pudieran coger por el campo.
Los vecinos aconsejaban a los peregrinos que no probaran el agua porque en ella estaban las enfermedades y era mejor beber vino.
Cuando se hablaba de que en una población trataban bien al peregrino, se decía que " en ella le proporcionaban pan y vino ".
El pan en raras ocasiones era de trigo, sino casi siempre de centeno.
El peligro del pan de centeno eran los cornezuelos que también se criaban en las " centenas " ( las espigas de centeno que se criaban entre el trigo ) de los trigales de Cereceda, porque en ellas estaba el cornezuelo, un hongo parásito y venenoso.
En otras zonas había pan de alforfón, llamado trigo sarraceno, o pan de maíz, llamado trigo de India en Galicia.
La mejor cama era un pajar. Cómodo colchón y protegido del frío de tierras castellanas, tras la cena de un mendrugo o unas sopas de ajo y un vaso de vino.
En la Peña nos dieron de cena sopas de ajo - que yo dejé en el plato - y un vasito de vino, que yo dejé en el vaso.
Gracias a Dios mi madre me había metido en un fardel un trozo de pan y un trozo de " adobao " cocido.
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