La Peña Jituero ( continuación )
Las referencias cartográficas de las Peñas de Ituero de la Dirección General del Instituto Geográfico Nacional ( mapa El Maíllo 527- III ( 23 - 42 ) sitán la altitud de ese lugar en 1.076 metros y puede calcularse por las curvas de nivel dibujadas en el mapa un precipicio de más de 30 metros en caída libre hacia la vertiente suroccidental.
Alcanzan cotas más altas en ese sierra situada al noreste de Cereceda las Pañas Cillera, la más noroccidental y que llega a más de 1.170 metros de altitud, la Peña Larga que arranca a 1.130 metros y la Peña Redonda, la más cercana a la Peña Jituero, supera los 1.180 metros.
Todas se elevan al noroeste de la Peña Jituero que es la más próxima al arroyo de Ponientes o primeras aguas del río Yeltes.
Peñascos enormes, riscos inexpuganables por su cara sur escondidos desde abajo en un bosque de robles impenetrable.
En Cereceda se habla de diferentes lugares en esa sierra: Gancho Grande o Peña Cillera, donde podemos ubicar " la Casa la Agustina ", la Pedriza el Muerto, el Corcino, la Fuente la Saoz, el Valle Trigal, el Valle Domingo Marcos en el que está la majada de otoño de las ovejas y el Radal.
Era uno de los lugares elegidos frecuentemente para el pastoreo de rebaños de ovejas y cabras en la época de infancia y juventud de mis tío.
Jituero me ha escrito mi tío en sus notas. Hituero tenía yo procesado en mi memoria ortográfica y por extensión como " H " aspirada, le podíamos asignar el sonido " j " , y ahí Jituero.
Entre la J y la G en su sonido fuerte, la diferencia es solamente el fonema utilizado, que no el sonido.
Y, finalmente, en el mapa topográfico nacionalm de España, 527 - III, zona de El Maíllo, aparece citada como Peñas de Ituero. Estos cartógrafos no buscaron en las fuentes de información de las gentes de Cereceda.
Gituero, Hituero, Jituero, o simplemente Peñas de Ituero no creo que sea lo más relevante.
Hoy me parece mucho más práctico organizar paseos, por cierto bastante fáciles, a esos parajes serranos del pueblo. Necesitan de nuestra presencia para no languidecer en el olvido. Y subir esas Peñas, como subir a la Peña de Francia, nos dan la energía de las metas alcanzadas y nos permiten vivir en el terreno que muchos años antes lo hicieron nuestros abuelos, bisabuelos y demás ascendientes, lo que nos enlaza con otra conexión más a los seres queridos.
Prefiero el paisaje a los episodios negativos que allí pudiera suceder en tiempos más sujetos a imaginación que a veracidad, pero allá cada cual.
Creo que la mejor recompensa de subir allí es pasar una tarde de campo, con ejercicio físico y tiempo para meditar en las alturas, más luminosas y llamadas a lo positivo que las bajadas a los abismos tenebrosos.
Y recomiendo, además, subir con entendidos en flora y fauna, pues enriquecería enormemente nuestro ocio y así se refrescan nuestros conocimientos.
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