LAS BELLOTAS DEL SOBRAO
El " sobrao " tenía el piso de madera - tablas de castaño - por las que se colaba el calor y el humo de la chimenea de la cocina.
En la despensa se guardaban los productos de la matanza.
En el " sobrao " se guardaban los productos de los huertos y de los linares y de los praos y de las tierras.
El trigo, la cebada, los garbanzos, las alubias, las nueces, las castañas y los dos " puñaos " de bellotas que mi amigo Manolo me había regalado de la encina que su madre tenía a la Puente San Martín.
Esas bellotas yo me las comía poco a poco - para que me durasen - y las mezclaba con las castañas.
En Cereceda abundaban los castaños y las castañas, porque, si tu padre no tenía castaños, podías ir con algún amigo a los suyos y traer una cesta de riquísimas castañas.
A mí las castañas me gustaban crudas - aunque las " gatas " decían que criabas piojos si comías castañas crudas - y, cuando estaban " viejas " , se pelaban solas.
Con tres castañas y dos bellotas en mis bolsillos yo me iba a la escuela por la tarde " más contento que unas pascuas ".
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