TRES VERDADES
Siempre - desde muy niño - me ha preocupado mi sombra.
Recuerdo que, cuando iba de mi casa en la calle Larga a la casa de mi abuela Fausta en la Esquina, me gustaba intentar pisar la sombra de mi cabeza al cruzar la Plaza.
Igual me pasaba cuando iba a la casa de mi abuela Águeda.
Tenía que cruzar el Altozano y allí me entretenía saltando para pisar la sombra de mi cabeza.
Eran dos lugares - las dos Plazas del pueblo - en los que se podía intentar alcanzar de un salto la sombra de la cabeza.
Un día el tío Eugenio, que vivía en la calle Salida al Cabaco, me vio saltando y me dijo: " Al mediodía estás pisando la cabeza porque no hay sombra ".
Otro día el tío Sidro, que vivía en el Altozano y era muy amigo mío - él fué la primera persona que me llamó por mi nombre de pila - me dijo riendo : Es más fácil los días que no hace sol ".
- Pero entonces no hay sombra, le dije yo.
Foto pinterest.es
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