MI SILENCIO
Las clases eran en la cocina de mi casa - la taberna y posada de Cándido - al anochecer, mientras mi madre - la tabernera señora Constantina - preparaba las patatas cocidas, que eran la cena " de todas las noches ", y los torreznos de tocino.
Nunca supe la razón por la cual el tabernero era Cándido y la tabernera era la señora Constantina.
A mi madre la llamaban señora mientras que mi padre carecía de título.
Ni siquiera lo llamaban " el tío Cándido ".
Solamente los jurdanos lo llamaban señor Cándido y mi padre se reía o se enfadaba con ese título.
El cabo Juan me daba esos tres consejos :
. Hay saber más de lo que se dice.
. Hay que pensar más de lo que se habla.
. Hay que observar más de lo que se imagan quienes te miran.
- " Así llegarás a ser un muchacho sabio ", remachaba el cabo Juan.
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