EL HOMBRE DE LAS PALOMAS
Se llamaba Crispín.
Aunque yo siempre lo llamé Joaquín.
Los amigos y la familia lo llamaban Crispi, desde la infancia, aunque le ponían delante el artículo : " el Crispi ".
Cuando le dije que yo lo llamaría Joaquín, echó una carcajada y me preguntó ¿ Por que me cambia el nombre ?.
Lo llamaré Joaquín porque a San Joaquín, el marido de Santa Ana, los padres de la Virgen, se le representa con dos palomas en una cesta.
- Eso no lo sabía yo, me dijo, a la par que me invitaba a contarle toda la historia.
- Según la leyenda, a San Joaquín le impidieron la entrada en el templo un día que llevaba dos palomas en una cesta para hacer su ofrenda.
- Y, ¿ puede saberse por qué le impidieron la entrada ?, me preguntó mirándome a los ojos.
- Porque San Joaquín en ese momento era un hombre sin descendencia, le respondí.
Desde aquel día yo siempre lo llamé Joaquín cuando lo veía sentado en el suelo y rodeado de palomas en la Plaza de su ciudad.
Le gustaba ir desmenuzando un trozo de pan duro con los dedos, y las palomas esperaban impacientes esas migajas de buen pan candeal.
Hoy Crispín está enfermo y las palomas lo esperan, calladas, y en corro alrededor de una piedra vacía en la Plaza Mayor de una pequeña ciudad castellana.
Foto pinterest.es
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