MARRANOS Y GARRAPINES en el ferial de Tamames
A mí me gustaba acudir el martes al ferial de Tamames.
Lo hacía siempre muy temprano acompañando a los " gatos " que llevaban vacas o churros a vender.
El ferial estaba dividido en varias zonas y en cada una eran diferentes los animales : vacas, caballos, cerdos, . . .
Para mí la zona más entretenida era la zona de los garrapines : cerditos pequeños a los que se les había retirado la comida de la leche de la madre hacía pocos días.
Eran tan " pequeñines " que al llegar a los pocilgos de Cereceda, las " gatas " los alimentaban durante un tiempo con leche de cabra mezclada con agua.
Se la echaban en una pila pequeñina de piedra de cantería o de madera, sacada del tronco de un árbol.
Los " camperos ", cerdos que tenían unos meses de vida se cansaban de estar en el ferial y, muchas veces, salían corriendo por entre la gente con un bullicio espantoso y unos gruñidos al estilo de los jabalíes.
Los " gatos " nunca llevábamos marranos ( ni garrapines ni camperos ni cebones ) a vender al ferial de Tamames, pero acudíamos cada setiembre a comprar los cebones del años siguiente. Los trasladábamos al pueblo en las alforjas, en alguna ocasión, dos en cada lado de la alforja.
La zona de las vacas era tranquila hasta que algún toro se asustaba y aparecía una " estampida " de película del Oeste.
Me gustaba colarme en los corros formados por vendedores y compradores, quienes iban acercando sus posturas sobre el precio del animal hasta que se " daban la mano " y el trato quedaba sellado.
A don Lamberto le disgustaba que yo faltara el martes a la escuela por acompañar a mi padre al ferial de Tamames.
Foto salamancahoy.es
No hay comentarios:
Publicar un comentario