viernes, 24 de mayo de 2024

 LAS MODERNAS CENCERRAS DE LAS VACAS




Los tiempos avanzan una " barbaridad ", que diría el boyero de Cereceda, si en el pueblo hubiera boyero.

En el siglo XVIII ( año 1752 ) había un boyero y un vaquero para cuidar el ganado vacuno porque " el ganado holgón ", el que se dedicaba a comer y no trabajar, lo guardaba una persona, y los bueyes de labor los cuidaba otra persona.

Las tierras se araban con bueyes y los carros, cargados de piedras o de carbón, eran arrastrados por bueyes.

En mis años infantiles había un boyero que cuidaba de todas las vacas y novillas y churros y del semental.

Con la llegada del verano, las vacas dormían " pa la dehesa " y, si había que madrugar para ir a acarrear los haces de bálago de Valdecarros, yo me levantaba a las cuatro de la mañana y me iba a buscar las vacas.

Era necesario entrar a la dehesa por la Callejina y bajar hasta los Valles o seguir hasta El Mato o hasta las Nogalitas o subir a la Piñuela porque las vacas se movían por toda la dehesa boyal.

Unas madrugadas tenías suerte y encontrabas la pareja enseguida, pero otras madrugadas recorrías media dehesa para encontrar la pareja de vacas, porque cada una andaba por un sitio.

Si las vacas tenían cencerra era más fácil encontrarlas, " siempre que no estén echás ", decía el tío Colás, porque, si están tumbás, la cencerra no suena ".

Esas búsquedas eran de antaño.

Hogaño, si hubiera trigo sembrado en Valdecarros, sería " ir a tiro hecho " para encontrar la pareja de  vacas.

Un ganadero asturiano coloca un collar " Rumi " a cada vaca y, con el móvil en la mano, las encuentra en un " santiamén ".

" ¡ Qué alantos ! ",  que diría la tía Frusina, la madre de mis amigos Silvestre y Alipio.


Foto epe.es   El ganadero ovetense Luís Miguel Ramos junto a una vaca con el collar Rumi.

No hay comentarios:

Publicar un comentario