sábado, 9 de marzo de 2024

 EL CARRO DE LA COMPRA , LA GORRA Y EL BASTÓN




Dos días de la semana están marcados en el calendario que tiene colgado de una punta vieja en la cocina moderna de la casa.

Esos dos días son el jueves y el viernes.

A más de media mañana ", que es una forma de medir el tiempo en el pueblo ", Gumersindo - a quien todos llaman Gumer desde niño porque el maestro de la escuela unitaria lo llamaba así - rebusca en el cajón de la cómoda el pequeño fajo de billetes de 20 euros y guarda uno en su bolsillo.

Después se pone la gorra que tiene colgada en un perchero junto a la puerta de la casa, y coge el bastón.

Ya no sale nunca de casa sin el bastón, por orden de don Genaro, el médico de Torrejina, que es quien acude al pueblo cuando hay algún accidentado o cuando alguien lo llama porque Gavira lleva dos días en cama con mucha tos.

Por último se acerca al carro de la compra y con un poco de desgana lo saca a la puerta de la calle.

Antes iba a la plaza con una bolsa de las que utilizan sus hijas en la ciudad, pero desde que un día le dio un mareo de tanto esperar la furgoneta del pan en la Alameda, lleva siempre el carro de la compra.

- Pa lo que yo tengo que comprar no me hacía falta el carro pero me sirve de apoyo al caminar y  siempre compro algo más de que tengo pensado, le dice a Juliana, la su vecina, que hoy no tiene que comprar nada.

- Los jueves voy al pescadero y los viernes al frutero. 

Aunque el frutero trae leche y huevos jabón y dulces y verdura, además de peras y naranjas y manzanas y melones y sandías, según la época del año.

- La vida nos da pa que no nos muramos de hambre, le dice Juliana, la su vecina. Antes con la matanza y las gallinas y los frutales del mi huerto tenía pa comer tó el año, y me sobraba. Ahora no tengo ná de ná. Ni huevos siquiera.

Y Gumer se va, despacio, hasta la plaza a esperar la furgoneta del frutero.


Foto  pinterest.es


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