martes, 12 de marzo de 2024

 LA SEÑORA SERAFINA






Su hija Serafina la vistió elegante para hacerle la foto.

Una foto hecha en el salón del piso en el que vivirá, " Dios mediante ", los últimos años de su vida, el piso de su hija Fini, porque Serafina puso a su hija mayor el nombre que ella tenía, pero a la muchacha la llamaron siempre Fini, de niña y de moza y de mujer casada.

Serafina había nacido en un pequeño pueblo de la provincia de Salamanca.

Pueblo agrícola y ganadero, y a ese oficio dedicó Serafina las horas que sus cinco hijos le dejaron libres.

Sus  hijos - dos muchachos y tres muchachas - vivieron en la casa familiar hasta que se fueron a la mili o hasta llegar a la mayoría de edad.

Al regresar al pueblo, los muchachos se marchaban a Suiza porque las tierras " no daban pa vivir ", decía su marido, Nico para los amigos y las gentes del pueblo y Colás para los chalanes que se acercaban hasta su corral a comprar los terneros que criaba cada año.

Nicolás siempre tenía terneros en el corral porque tenía cinco vacas con las que realizaba la " labor " y, aunque le sobraban tres pues la pareja la formaban la Morucha y la Sabina, las otras tres le daban un " churro " cada año.

Las dos muchachas se casaron con mozos del pueblo y se marcharon a los pocos días de la boda a Madrid.

Antes de casarse ya " probaron fortuna " en Madrid y trabajaron Fini en una tienda de ropa para caballeros y Suzi - la más pequeña de la su familia numerosa - en unos grandes almacenes, en los que " metió a trabajar con el camión de reparto a Tonino, su novio ".

Hoy todos viven en los alrededores de Madrid, los muchachos, que hicieron fortuna en Suiza, y las dos muchachas que siguen, la una en la tienda de ropa para caballeros y la otra en unos grandes almacenes.

Serafina abandonó " con mucha pena el su pueblo " a los tres meses de la muerte de su marido, Nicolás Prieto Gómez, el hombre con el que estuvo casada 67 años, desde los 20 años hasta los 87 años que tiene hoy.

Ella se coloca cada mañana, sobre su pelo negro, el " pañuelo de la cabeza " que llevaba en el su pueblo, pero de color, que las sus hijas no " la dejan ponerse el pañuelo de luto ", y la han llevado ya a la peluquería de la capital.


Foto  pinterest.es


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