jueves, 12 de junio de 2025

 UNA VELA y varias vidas




Antaño había velas en todas las casas.

En el comercio del pueblo vendían velas.

Velas de diferentes tamaños, más cortas para ocasiones especiales como la llegada de las tormentas, y velas más largas para llevar a la iglesia.

Había unas velas, " la vela gorda ", que se encendía muchas noches y que iluminaba toda la cocina.

En otras casas estaba el candil de aceite.

Si se terminaba el aceite, siempre estaba " a mano " la vela " gorda ".

Era el símbolo de la familia, a veces, de varias familias.

- Esta vela me la dejó un día mi madre cuando la matanza y  ya no se la he devuelto ", me dijo una gata joven cuando yo le pregunté donde la había comprado.

Esas velas que se colocaban en la repisa de la ventana de la cocina, vivían en ese lugar, encendidas o apagadas, y todos los que pasaban por la calle la veían encendida en las noches de nevadas o de " falta de la luz eléctrica ".

En Cereceda la luz se iba y tardaba días en volver. Entonces mi madre echaba mano de la vela " gorda ". La ponía encima de la camilla y, cuando se iba a la cama la apagaba, y la ponía junto a la ventana ", te explicaban los " gatines ".

A la luz de esa vela " gorda " yo hice muchas noches los " deberes " que me mandaba don Lamberto, y repasé los temas de la carrera de Magisterio en las vacaciones navideñas.

Una vela " gorda " unida a muchas noches sin luz y a muchas vidas.


Foto  pinterest.es

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