miércoles, 21 de julio de 2021

 EL QUE SIEGA Y MAL ATA, para buen segador algo le falta.






Mi padre me lo decía muchas veces, porque a mí me gustaba segar pero era incapaz de hacer un vencejo para atar.

El vencejo es " la cinta o cuerda para atar una cosa, en especial la que ata los haces de la mies."

Algunos años en los trigales de Cereceda abundaban las " centenas ", que sobresalían en las tierras porque el centeno se cría más alto que el trigo.  Esas centenas se utilizaban para atar los haces. Ese método a mí se me daba muy bien, pero era un " inútil " cuando había que hacer un vencejo para atar. 

Yo hacía bien el vencejo pero a la hora de meterlo debajo de las gavillas de bálago se soltaban las pajas de un lado y las del otro. 

- Los haces que tú atas no necesitan de la hoz para cortar los vencejos en las eras porque se desatan en las tierras, decía mi padre.

Ante el temor de que se soltaran al dar los haces con el horquín para colocarlos en el carro, mi madre se encargaba de atar y yo me dedicaba a seguir a mi padre, con hoz y manija, en la siega. Mi padre llevaba dos surcos , y a veces tres surcos, mientras yo llevaba a ratos dos y a ratos uno solamente.

El oficio de rapaz, que era quien ataba, estaba reservado a los muchachos jóvenes. Oficio que no les gustaba y preferían que fueran las mozas, llamadas rapazas, quienes siguieran a los segadores. Había mozas con " buena fama de rapazas " pues eran capaces se atar todo lo que segaran dos buenos segadores y acudir a llenar el barril de agua a algún pozo o a alguna fuente.

A la hora de repartir el dinero de la siega, la rapaza recibía una cantidad menor que el segador pero eso era por un acuerdo entre la cuadrilla, fijado por el manijero, el jefe del grupo.

Foto  google.com

No hay comentarios:

Publicar un comentario