domingo, 24 de enero de 2021

 APARPULEAR

Es un verbo que era de uso frecuente entre los vecinos y las vecinas de Cereceda.




Había gatos que, cuando iban a buscar " gelechos ", hacían tan grandes los haces que la cuerda o volvedera que habían llevado no podía abarcar el haz.

Otras veces era el cesto de remolachas. Querían meter tantas remolachas y pesaban tanto que volvían a casa " baldás ", pero " por no volver otro día pa cuatro remolachas que quedaban "..., te decían.

Igual le pasaba a los hombres con los carros de heno de los prados o con los haces de bálago de las tierras. Se aparpuleaba demasiado y luego los carros " se parían " o las vacas sudaban para llegar a las Eras o al Teso.

Algún carro tuvo que pararse en mitad de la carretera que cruzaba - y cruza el pueblo - porque los haces pegaban en los balcones y los de atrás se caían.

A " gatos " y a " gatas " les gustaba aparpulear demasiado cuando iban a los linares o a las tierras.

Lo mismo le pasaba a las mozas cuando iban, el lunes por la mañana, a lavar al río. El barreñón de la ropa sucia llevaba cogüelmo y a la vuelta, el barreñón de la ropa limpia necesitaba de una herrada de sacar agua de los pozos, para traerla a casa, una vez recogida de las zarzas de las paredes en las que, tendida al sol, se había secado.

Recuerdo las mozas " presumidas " con el barreñón a la cabeza y la herrada en la mano subiendo del Puente Cantería, o de los Pontones, volviendo a casa del Periquito o del Chorrero, con el " salero " de sus veinte años, y, a veces, la compañía de algún mozo y las habladurías de las " viejas."

Foto  google.com 

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