LO QUE MAYO RIEGA, MAYO SECA
Era una frase - una " sentencia ", decía mi padre - que todos los " gatos " viejos te repetían desde niño.
- Que el heno que aguadañé ayer se ha mojao esta noche con algún chaparrón que ha caído de madrugada, no te preocupes que " lo que mayo moja, mayo lo seca ".
En los días finales de mayo, no se sabía si era primavera o era verano por el calor y por los " aguaceros " que caían siempre de madrugada.
Los linares de patatas eran visitados cada mañana para zacharlas o para acogumbrarlas.
Las señoras " gatas " los visitaban para meter chochos de siete semanas entre las patateras que, sobre todo en los " cavalillos ", se habían perdido.
Y los " gatines " andábamos " líados con las ovejas del queso y los huertos pegados a las casas.
La escuela era para quienes " no servían " en ayudar en los trabajos de huertos y linares.
A mí me gustaba ir a regar las eras de remolachas, aunque yo siempre soñaba con ir hasta la Casa Baja, en el término de El Maíllo, a comprar manojos de a 50 de remolacha o de colina, el nombre de las plantas pequeñas de berzas.
Me impresionaba el convento de los Dominicos abandonado y del que había escuchado muchas historias.
Y los domingos nos íbamos a " buscar nidos ", una profesión como otra cualquiera, que entretenía a los " gatines " desde los ocho a los doce años.
Así era la vida en la Cereceda de los años 40 y 50.
Foto Google.com El sol de mayo entre nubes de colores.
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