lunes, 8 de febrero de 2021

A PAN DE QUINCE DÍAS, hambre de tres semanas.







Es un dicho de pueblo, que algunas mujeres repetían cuando su familia se quejaba de lo " asentao " que estaba el pan.
En Cereceda se " masaba " en casi todas las casas, y se hacían 12 - 15 panes de cada " masadura " en relación a las medidas del horno.
En mi casa mi madre solía hacer 12 - 14 panes, que, una vez sacados del horno, se guardaban en un cajón de madera en la despensa. Hasta allí se acudía cuando, a la hora de la comida o de la cena, quedaba solamente algún coscurro.
El pan, recién sacado, era una buena noticia familiar porque el coscurro se repartía en trozos entre la " gente menuda " y ese trozo " sabía a gloria ".
El refrán muestra la solución de la madre ante las quejas de los hijos : si el pan está " asentao " por el paso de los días, tan sólo se necesita " un buen hambre " para que sepa a pan reciente.
Para la " migá " de la cena del verano se necesitaba pan " asentao " pues las " sopas " se empapaban menos y estaban, cuando se comían por la noche, un poco duras en el centro y blandas en el exterior.
Esos panes - nosotros jamás los llamamos hogazas - eran " especiales " para tostar un trozo a la lumbre en invierno al levantarnos y, con una " pinta " de aguardiente, matar el " gusanillo o romper el ayuno de la noche.
Un trozo de ese pan " asentao " era el apoyo para cortar el chorizo con la navaja, crudo o cocido, cuando comíamos en los linares o en las tierras, lejos de la cocina de la casa.
Este artículo es un " canto " al pan de 10 - 12 - 15 días, masado y cocido en cada casa de Cereceda.

Foto  google.com

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