martes, 9 de febrero de 2021

 ROCINANTE Y EL RUCIO.





" En estas y en otras pláticas  se les pasó gran parte de la noche, y a Sancho devino en voluntad  de dejar caer las compuertas de los ojos, como él decía cuando quería  dormir, y, desaliñando al rucio,  le dio pasto abundoso y libre. No quitó la silla a Rocinante, por ser expreso mandamiento de su señor que, en el tiempo que anduviesen en compañía, o no durmieran debajo de techado, no desaliñase a Rocinante : antigua usanza establecida y guardada de los andantes caballeros, quitar el freno y colgarle del arzón de la silla; pero, ¿ quitar la silla al caballo ? , ¡guarda !; y así lo hizo Sancho, y le dio la misma libertad que al rucio, cuya amistad dél y de Rocinante fue tan única y tan trabada, que hay fama, por tradición de padres  a hijos, que el autor de esta verdadera historia hizo particulares capítulos della; mas que, por guardar la decencia y decoro que a tan heroica historia se debe, no los puso en ella, puesto que algunas veces se descuida deste su prosupuesto, y escribe que, así como las dos bestias se juntaban, acudían a rascarse el uno al otro, y que, después de cansados y satisfechos, cruzaba Rocinante el pescuezo sobre el cuello del rucio ( que le sobraba de la otra parte más de media vara ), y, mirando los dos atentamente al suelo, se solían estar de aquella manera tres días; a lo menos, todo el tiempo que les dejaban, o no les compelía la hambre a buscar sustento. "

         Capítulo XII de la 2ª parte de El Quijote. Miguel de Cervantes.

" desaliñando " quitando la albarda y la cabezada

" mandamiento "  mandato, orden

" ¡ guarda ! "  ¡ cuidado !

" dél  " della "   de él  de ella

" pescuezo " de Rocinante y " cuello " del rucio   Uno largo y otro corto.

" madia vara "   medida antigua de longitud ( 0,418 m ;  41,8 cm )

" compelía "  empujaba.

Foto  google.com

                               

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