domingo, 21 de febrero de 2021

 LUBRICÁN


La palabra proviene de dos palabras latinas : " lupus " que designa al lobo y " canis " que designa al perro.

Es el nombre del crepúsculo, las últimas horas de luz del día antes de la llegada de las sombras de la noche.

En los diccionarios también se nombra con esta palabra al amanecer : los últimos momentos de las sombras de la noche y los primeros momentos de la llegada de la luz del día.

" Cuando la luz es tan escasa que no se puede diferenciar la figura de un animal si es lobo o es perro."

He contado que una ocasión en que acompañé a mi padre a vender alubias y garbanzos por el Campo Charro, nos acompañó durante algunos kilómetros por las dehesas, entre encinas y  carrascas, una sombra. Yo le dije a mi padre que era un lobo y que yo había oído en el bar que a los lobos les asusta el fuego. Le pedí que encendiera una cerilla a ver si así el lobo se marchaba porque si tenía mucha hambre podía atacar a la burra y a nosotros.

Mi padre se rió de " mi miedo " y me enseñó la " cayá " que lo acompañaba siempre como arma defensiva ante ataques de lobos. 

Aquel día me " juré " que siempre que saliera al campo a caminar o acompañara a mi padre o a mis tíos a vender patas o alubias o garbanzos, o fuéramos a vender paja a Miranda, llevaría un buen palo o una buena " cayá."

Ese " juramento " lo he cumplido cada verano cuando he ido a Cereceda. Cilleros, La Bastida, La Nava o El Cabaco y San Miguel del Robledo ( Arroyomuerto ) pueden dar fe de mi palo.

Peregrinos a La Peña y romeros a Zarzoso conocen el palo que cada verano me ha acompañado en esas caminatas.

Para terminar la historia diré que en algún momento tras desaparecer el Lucero del Alba, nuestro acompañante desapareció. 

¿ Lobo o perro ?. Mi agradecimiento a ese animal porque me enseñó que el caminante debe llevar siempre un palo o una buena " cayá."

Foto  google.com

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