sábado, 4 de diciembre de 2021

 LAS MANZANAS ROJAS




En Cereceda había muchos linares con manzanos, y huertos que. en su pequeñez, tenían dos o tres manzanos que, a veces, entrecruzaban sus ramas y sus frutos.

Había manzanas amarillas y manzanas rojas.

A mí me gustaban las manzanas rojas que estaban más ácidas que las amarillas. Las manzanas rojas tardaban más en madurar y las cogíamos duras y las colgaba mi madre en las vigas de la sala. 

Allí el calor de los braseros bajo las camillas las iban madurando.

En la taberna estaba prohibido coger las manzanas del techo, aunque siempre desaparecía alguna en una noche de juerga invernal.

Cuando le parecía bien a mi madre, las subíamos al sobrao y las metíamos entre el trigo. Eran el postre de los domingos y un plato exquisito en los días de la matanza de los cebones.

Mi abuela las ponía en la lumbre y les daba vueltas para que se asaran. Luego le añadía un poco de miel y eran la merienda para sus nietos.

En mi niñez había un huerto en el Chapatal al que llamábamos El huerto Manzano porque había muchos manzanos con manzanas  abundantes.

Alguna vez vi a la dueña, la señora Francisca, que vivía en la calle Larga, dando trozos de manzanas a las sus cabras y a los sus chivinos.

 También había, y hay todavía,  en esa zona algún manzano que colgaba sus ramas a la carretera y que los muchachos cogíamos las manzanas con un palo.


Foto  google.com




Foto  pinterest.es

No hay comentarios:

Publicar un comentario