jueves, 10 de febrero de 2022

 UN TEJADO SOBRE OTRO TEJADO y la gatera.




Son viejas estampas de hace muchos años, cuando en Cereceda se encerraban las cabras, las ovejas, los burros y los marranos en corrales separados de las casas, a los que llamábamos chicorzos.

Cereceda se fué levantando poco a poco a lo largo de muchos años, pero hacia la mitad del siglo XX la población aumentó rápidamente y se construyeron edificios - casas y corrales - ante la abundancia de matrimonios y de ganadería.

Se roturó Valdecarros y muchas tierras de labor - todas las que tenían una de sus lindes con el monte - aumentaron su tamaño gracias al azadón y la espigocha.

Entonces se vio la necesidad de convertir algunos huertos en corrales para el ganado.

Eran muy raras las familias que carecían de cabras y de uno o dos cebones. Estos animales eran parte importante del sustento de la familia.

La leche de las cabras para el desayuno de " la gente menuda ", y los productos de la matanza se unieron a las patatas que se criaban en huertos y linares.

Al levantar los corrales sin una planificación controlada, cada uno tenía una altura, según sirviera solamente de alojamiento para los animales o se utilizara también como almacén del heno y de la paja.

Eso obligó a que muchos tejados no pudieran verter sus aguas directamente a la calle, sino que lo hicieran sobre otro tejado.

El tejadillo que hay en la foto era la protección de las puertas, que eran de madera, y de esta forma se resguardaban de la lluvia pues los canalones para recoger el agua de las canales, aparecieron muy tardíamente y " costaban dinero ".

En la foto se aprecia la gatera, ése cuadrado sin protección que permitía a la fauna gatuna adentrarse en los tenaos de todas las edificaciones en su recorrido por los tejados.

Todavía hoy día pueden verse ejemplos de estas construcciones en la parte final de algunas calles del pueblo.


Foto   pinterest.es


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