ASÍ MIRO A LA PEÑA

La Peña para las " gatas " es la Peña de Francia.

Desde todo el término municipal se divisa a lo lejos en el horizonte el gato de la Peña de Francia. 

 Los edificios - el convento, la iglesia y la hospedería - vistos desde Cereceda semejan un gato dormido a la lancha de la lumbre.

- Cuando vuelvo de caminar hasta la Puente San Martín me siento en la Poza y, apoyada en el bastón, me entretengo un rato mirando a la Peña. Ahora la Peña está más lejos que antes. Yo antes cerraba los ojos y, cuando los abría, me veía en lo alto del risco de la Peña. Ahora mis ojos están tan cansados como mis piernas. Pero apoyada la cabeza en la mano derecha y la mano en el bastón todavía puedo ver la Peña.

Rosaura nació en este pueblo, aquí se crió, en la escuela aprendió " las cuatro reglas " que se decía entonces, y, con ese bagaje en la maleta, se marchó a Francia. París la recibió con 21 años y " mucho miedo a vivir en un país desconocido y con un idioma que yo no conocía, pero me esperaba mi prima Eloísa que se marchó de niña con sus padres ".

A Rosaura no le gustan las joyas, " yo nunca llevo pendientes ni anillos ni reloj. Yo me guío por el sol en verano, en primavera, en el tardío, y los pocos días que salgo de paseo en el invierno. 

Hoy Rosaura ha vuelto temprano del paseo.

Unos días vuelve enseguida porque a la Puente San Martín se llega " en un pis pas ", y otras tardes se entretiene con alguien y vuelve de prisa antes de que caiga la noche.

Ahora, tras decir " hasta mañana " a la Virgen de la Peña, bajará despacito  hasta su casa donde le esperan Ronnie, la gata que se trajo de París, y Montmartre, el canario que le regaló una amiga de Grenoble la tarde que se subió al tren para regresar a España.

Y, ¿ mañana ?.

 Mañana con el bastón en la mano volverá hasta la Puente San Martín, y, si le da tiempo, mirará un rato a la Peña. A la Peña de Francia.

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