miércoles, 30 de noviembre de 2022

 UN BUEN CERROJO PARA LA PUERTA.




Antaño, todos los corrales de Cereceda tenían grandes puertas de madera. 

Algunas eran puertas de madera adornadas con clavos de la fragua.

El carpintero y el herrero tenían mucho trabajo con las puertas de los corrales y de las casas, con los carros para vacas - aunque en el carro se necesitaba también el pintor - y el herrado de vacas y novillas en el potro.

En los corrales había siempre buenos cerrojos.

Los pasadores con cadena detenían la furia de las vacas o de los novillos que, en muchas ocasiones, querían salir del corral

Recuerdo la puerta del corral del toro.

El toro era el nombre que en Cereceda se le daba al semental.

La fuerza de este " animal " era considerada capaz de tirar la puerta del corral, si por sus proximidades se acercaba una vaca en celo.

Mi padre tenía un cerrojo de este tipo en la puerta de la cuadra.

La cuadra era el corral que daba al huerto de la casa y que tenía un gran pilón de piedras y cemento en el que se " apajaba " una vaca. Siempre solía ser la vaca joven de la pareja de vacas que había en casa para el arado y para el carro.

Muchos años antes, cuando yo era niño, en la cuadra estaban las ovejas. Para ellas no se necesitaba un cerrojo de ese tipo, pero estaba allí y allí siguió hasta el día que las viejas puertas de madera fueron sustituídas por unas puertas " modernas ".

Las viejas puertas de madera de roble, labradas a destral, pasaron a morir en la lumbre.

La lumbre " devoraba " todo lo que se consideraba inservible : puertas, muebles, sillas o escaleras.

El fuego de la cocina era el " basurero " de la casa y su ceniza se echaba en el huerto en el caballón donde mi madre sembraba los " dientes de ajo ".


Foto  pinterest.es

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