sábado, 15 de junio de 2024

 LA VIDA EN LA CALLE







Cuando el tiempo lo permitía, era normal ver mujeres realizando trabajos en la calle.

La faena de coser o de bordar o de hacer jerseys de lana tenía un atractivo mayor si se realizaba en la calle que si se hacía al humo de la chimenea.

Puedo manifestar que en la Cereceda de mi niñez contemplé muchas veces a las viejas " gatas " peinando su pelo canoso en la puerta de la calle y  haciendo trenzas a sus nietas, sentadas en una sillita baja de las que había en la cocina.

Una bombilla fundida y una aguja con hilo negro servían para " coser " las medias los lunes por la mañana.

Todavía en los últimos años del siglo pasado se podían ver dos sillas de la sala a la puerta de la casa con la " ropa de los domingos " aireándose. Nunca faltaba la gorra de los días de fiesta.

Y al llegar el tardío había mantas de tiras con parreras de alubias o de garbanzos tendidas al sol durante la mañana para macharlas tras la comida y limpiar con la criba y un saco viejo, antes de subirlas al sobrao o guardarlas en la despensa en una cuartilla o en una media fanega.

Las calles y las plazas - El Altozano y la Plaza de la iglesia - tenían vida en el buen tiempo y por ellas correteaban " infinidad " de " gatines " que llenaban de risas a Cereceda.

Hoy tan solo el pueblo aparece vivo en San Pablo y en San Marcos, a la espera de los meses de julio y agosto, para retornar al " silencio y la soledad " con la llegada de setiembre.


Foto  pinterest.es

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