lunes, 3 de enero de 2022

 EL VALOR DE NUESTRA PEQUEÑEZ   ( continuación )




Aquí es donde, y lo digo desde el cariño que ya siento por este pueblo y cada uno de sus habitantes,  los que viven aquí y los que están fuera, los que ya conozco y los que aún no, aquí es donde tenemos que dar un paso adelante y no resignarnos a la pequeñez sino hacer de ella nuestro valor. Sí, el valor de los pequeños es un valor que Dios quiere y valora sobremanera. Él mismo se ha hecho pequeño, siendo Dios,  para que nosotros, siendo pequeños, nos hagamos grandes y encontremos en Él nuestra grandeza.

No deja de ser sorprendente  que todo un Dios, nuestro Dios, el creador de cielo y tierra, esté real, verdadera y plenamente presente en las angostas dimensiones de nuestro Sagrario. Sí, del Sagrario de nuestra parroquia, y esto es lo que la hace inmensa y bellísima. Dios está aquí, habita aquí, vive aquí. Y desde aquí acompaña silenciosamente a todos los habitantes del pueblo en sus alegrías y sus dificultades.

¿ Somos conscientes de ello ?. 

Para esto he venido yo a Cereceda en el fondo, para recordaros Su adorable presencia y para ayudaros a acompañarle más también a Él.

Por eso fué emocionante ( y un guiño de la Providencia ) que el pasado día del Corpus, mientras celebrábamos la Santa Misa un puñadito de fieles, justo a la hora de la pequeña procesión interior con el Santísimo y la bendición, comenzó a sonar la gaita y el tamboril. No sé quién tocaba ni dónde pero su sonido llegó hasta la iglesia y se coló en el templo como una humilde y bellísima alabanza, la de los pequeños, que ofrecen lo que tienen y saben, para que el Supremo Hacedor lo transforme y lo eleve.

Vaya desde aquí mi agradecimiento a esos desconocidos adoradores y mi llamada de nuevo a que todos reconozcamos y amemos más a nuestro Señor y a su Santísima Madre, Nuestra Señora del Rosario.

Que ahora que ya vamos pudiendo volver al templo con seguridad y ya que el nuestro es tan acogedor y bello, no dejemos de frecuentarlo.

No tenemos lugar mejor para, siendo pequeños,  hacernos grandes.


Fotos   Uffizzi y Constantino González Macías.

     El sagrario.  La vidriera de la espadaña del campanario.  El Retablo.

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