lunes, 30 de mayo de 2022

 RECUERDO A MI MAESTRO

                        Isidro Marcos Martín, GATO 2.017, me ha hecho llegar, escrito a mano, este precioso artículo en homenaje al su maestro.





En la vida de cada persona ha habido acontecimientos de cierta importancia que en muchos casos los pasamos al olvido por diversas razones siendo la más importante  por ser hechos de nuestra infancia que de niños no se saben valorar.

Yo, personalmente, haciendo un recuerdo al final de mi vida, me he dado cuenta que el periodo escolar fué para mí lo más importante de mi vida.

El periodo de la vida escolar condiciona en gran medida la personalidad del futuro de esa vida, tanto social como intelectualmente.

Quiero centrarme exclusivamente en el periodo de mi paso por la escuela primaria en mi sintonía con mi querido maestro, Don José, al que sigo recordando con afectuoso cariño.

En primer lugar porque él fué mi maestro.

Al finalizar la guerra civil de los años  1.936 - 1.939, residía en Madrid teniendo a su cargo, además de a su esposa Doña Consuelo y a su yerno Ceferino y su esposa, llamada también Consuelo, a  sus tres nietos, Pepito, Andresito y  Enriqueta. Total siete personas a las que tenía que alimentar. 

En esa fecha en la ciudad se carecía de toda clase de alimentos.

Entonces canjeó la plaza con el titular de Cereceda de la Sierra, Don Valentín, dado que el pueblo le ofrecía más recursos para comer, como eran pan, leche, huevos, patatas y la matanza que hacía en su propia casa.

Yo personalmente debo confesar que tuve un gran maestro, que me quería como alumno, al que con mi modestia pido disculpas.

Quiero recordar un hecho de una clase : Un ejercicio de redacción, copiando previamente un dibujo,  como introducción del desarrollo de la redacción. Recorriendo los pupitres para valorar los trabajos en su desarrollo, se detuvo junto a mi pupitre, y, apoyando el codo en él  y la planta de la mano en la cara, viendo mi trabajo, me preguntó : " ¿ por qué no me ponían a estudiar ? ".

Pregunta que yo no entendía en ese momento. 

Se alejó de mi pupitre llorando y sus lágrimas cayeron sobre mi cabeza, posiblemente, valorando mi desgracia pues acababa de fallecer mi madre.

Yo era para su nieto Pepito la compañía inseparable, a quien, cuando se aburría en la clase, lo mandaba para el jardín en mi compañía y la de otro amigo, Marceliano.

En alguna ocasión yo comía en la casa del maestro para satisfacer los caprichos de su nieto Pepito.

Yo valoro tanto la escuela primaria que sigo creyendo que, en gran medida, ella  forja la personalidad, en sus virtudes y defectos, y lo que haga esa persona en su vida, vendrá condicionado por su aprendizaje en la escuela primaria.

De aquí mi alabanza a los maestros de Enseñanza Primaria.


Foto  Google.com





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