domingo, 29 de mayo de 2022

 A OTRO BURRO CON ESA ALBARDA





En Cereceda la albarda de la burra era muy importante en casa de mi abuela Fausta.

" La burra que sabía latín ", tras la cual yo hice muchísimos viajes a Tamames o a la Sierra o a Arroyomuerto, tenía el privilegio de " casi " estrenar albarda todos los otoños.

Yo la conocí con la misma albarda siempre, pero al terminar las faenas de las Eras mi abuela le descosía las cabeceras y por ellas les metía bálago de centeno.

Además le añadía alguna manta vieja en la parte interior que rozaba el lomo de la burra y las dos, el ama y la burra, se juramentaban para estrenar una albarda nueva a la primavera siguiente.

Quizás, si le hubiera comprado una albarda nueva, la burra hubiera temido que ese invierno iría muchas mañanas de heladas a buscar leña o a buscar " unos haces de gelechos pa las Lagunejas " porque en la matanza se necesitaban muchos haces para " chamuscar " los cebones.

Ella pensaba que esos trabajos eran para las vacas y el carro.

" A otra burra con esa albarda " le hubiera dicho a la dueña porque en Cereceda se decía la frase cuando te daban un trabajo penoso y exigente sin tener a continuación un premio en forma de lata de cebada.


Foto  Google.com

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