miércoles, 4 de mayo de 2022

. . .  Y ENTONCES MI VIDA CAMBIÓ





La vida se pone caprichosa y cuando todo está bien, se empeña en darle un poquito la vuelta.

A finales del año 2.019, y después de un fantástico año viviendo y disfrutando momentos especiales, llegaría  una consulta médica y con ello, un giro a mi vida.

Empezar a convivir con palabras como  oncólogo, tumor, cáncer, quimioterapia, no iba a ser tarea fácil.

Y lo peor de todo ¿ cómo le cuento a mis hijos, padres y hermanos algo así y que ellos no sufran ?.

Pues . . . 

Aquí empieza mi historia :

Mi nombre es Begoña, y tengo la suerte de estar rodeada , de la mejor familia, de los mejores amigos y, por supuesto, de gente que me quiere.

Había que armarse de valor y ponerse el mundo por delante.

Aquel día de enero y después de pasar las navidades en familia y en silencio,  decidí contarles a mis hermanos mi diagnóstico, para después juntos llegar a mis padres. Lo más importante para mí era que ellos viesen que me iba a curar y que no sufriesen ni un segundo por mí.

Creo que lo conseguí, o quizás ellos lo hicieron fenomenal.

Mis primeras sesiones de quimioterapia empezaban ya, y 15 días después, mi hermano Rubén organiza una jornada el 1 de febrero  con sus monjitas del Zarzoso, como él las llama cariñosamente; lo pasaríamos en familia  con ellas, celebraríamos una eucaristía y comeríamos juntos.

Él me contaba : Verás cuando las conozcas, son únicas y especiales, cuando llegues al convento tendrás la sensación de que el tiempo se para y de que los problemas no existen,, ellas te contagiarán de su alegría , de su humildad, de su cariño y de su fe.

Llegó el día y hoy lo recuerdo como uno de los más especiales vividos.

Rubén se quedó algo escaso con los halagos hacia ellas. Nada más llegar tuve la sensación de conocerlas de toda la vida, de sentirme como en casa, y en menos de tres horas el Zarzoso ya era mi casa. Quería parar el tiempo.

Celebramos la eucaristía.

Todo estaba preparado para mí, me sentía muy especial y muy querida.

Me di cuenta que ellas me tenían diariamente en sus oraciones, al igual que años anteriores lo hicieron con nuestro amigo Jesús.

Aquel día regresé a mi casa emocionada . A la mañana siguiente y en días posteriores siempre recibía un mensaje de apoyo, de aliento, de ánimo.

Nos hemos visto y tomado algún cafelito, incluso tenemos por ahí pendiente un viaje juntas.

Hoy, dos años después, aquella pesadilla pasó y, efectivamente, mi vida cambió.

Doy gracias a Dios por poneros en mi camino, gracias a todas y a cada una de mis Monjitas del Zarzoso por hacerme reír, vivir, soñar y creer.

Muchas gracias.

Begoña Hernández, Mayordoma de la Fiesta del Cristo de la Luz en El Zarzoso  2.022


Foto  Google.com

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