domingo, 8 de octubre de 2023

 LAS PATATAS GORDAS COMO PUÑOS








Sigo con interés " de agricultor de pueblo " los programas  de televisión que se dedican a contar cosas del campo, siempre que quienes hablen sean los agricultores de huertos o linares o tierras.

Hoy he aprendido que el tamaño ideal que deben tener las patatas en el momento de sacarlas de la tierra es " el de un puño ".

Lo desconocía porque en Cereceda a la hora de sacar las patatas salían gordas y medianas y pequeñas.

Mi padre se ponía contento cuando salían patatas gordas porque en seguida se llenaba el cesto, colocado delante de los surcos del cantero que íbamos sacando, y lo mismo ocurría con el saco.

- Es que en Cereceda pesamos un saco que tenga patatas medianas y con ese peso calculamos todos los sacos que vendemos. Ese saco pesa más que si lo llenamos con patatas gordas que dejan muchos espacios con aire dentro del saco, y el aire pesa poco o nada, me enseñó el señor Modesto, que era tío de mi madre y que compartía linar con mi padre en las Canalejas y en las Dos Cerrás.

Los agricultores de Cereceda eran unos " gatos listos " para eso de calcular el peso de los sacos sin báscula y sin romana.

Las patatas se vendían por sacos, unos sacos que nos entregaba el comprador con un manojo de cuerdas antes de comenzar " la saca de las patatas ".

Yo apuntaba en una libreta con mi lápiz, aguzado con la navaja de mi padre, los sacos de cada " gato " y lo multiplicaba por los kilos que me decía el comprador y por el precio del kilo de patatas. Luego lo convertía en pesetas porque el kilo se vendía en céntimos de peseta y, por último, lo transformaba en duros, que era la moneda corriente entre los agricultores y ganaderos del mi pueblo.

El comprador me pagaba un duro o " a su buen entender " por mis cálculos de los sacos que se cargaban en un gran camión que partía por la Piñuela hacia Dios sabe dónde, y esa " paga " pasaba a engordar la panza de mi cerdito de barro, denominado ALCANCIA, regalo de mi abuela Fausta el día de mi bautizo -y en el interior puso una peseta, un capital para aquellos años -, para el traje de la Primera Comunión y, más tarde, para cuando me fuera a estudiar.

Recuerdo " muy bien " el día que mi madre rompió el cerdito para comprarme el traje de la Primera Comunión, aunque nunca supe la cantidad de dinero que había en su " tripa ".

" Cosas " de la vida en Cereceda: Ayer " el pueblo de las patatas ", hoy " el pueblo de los linares abandonados ".


Foto  Google.com

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