domingo, 22 de octubre de 2023

 RESBALAR POR LA BARANDILLA






Resbalar por la barandilla era un deporte de niños que vivían en la ciudad y las escaleras eran la forma de acceder a los pisos superiores de la casa.

El ascensor llegaría muchos años más tarde.

En Cereceda quiero recordar con este artículo mis bajadas del púlpito que había en la iglesia.

Antes de llegar a la sacristía, situada en " el lado de los niños ", se encontraba el púlpito.

Recuerdo con emoción a muchos frailes dominicos de la Peña de Francia a quienes les gustaba " predicar desde el púlpito ".

Los peldaños del púlpito eran de madera mientras que la base era una piedra de granito, " una piedra de cantería " en idioma gatuno. 

La barandilla de la escalera de subida y la casi circunferencia del púlpito eran de hierro.

El púlpito estaba lo suficientemente alto para que yo pudiera deslizarme por la barandilla con el único peligro de que D. Antonio, el párroco, me viera y me expulsara del " grupo de los monaguillos ".

Un día, me han contado los " gatos y las " gatas " el púlpito desapareció.

La misma " suerte " corrió la pila del agua bendita. Una piedra de 50 centímetros de diámetro, situada a la entrada de la iglesia, labrada por canteros portugueses y copia exacta de la pila bautismal que sigue en el baptisterio.

Desconozco si su permanencia es porque fué imposible arrancarla de su emplazamiento o por Dios sabe qué otra razón.


Foto  Google.com

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