martes, 7 de marzo de 2023

 EL TÍO MANUEL EL CARBONERO








El tío Manuel vivía en un pueblo tan pequeño y tan frío que los vecinos se contaban por las " humaredas " que se elevaban al cielo procedentes de las chimenas de las casas.

En el pueblo del tío Manuel todos los hombres - y a temporadas también las mujeres y las familias enteras - se dedicaban a la ganadería.

Cabras y ovejas eran los animales que proporcionaban cabritos y corderos y leche y queso con los que, no sólo se alimentaban las familias, sino que eran la única fuente de ingresos económicos.

El terreno de ese pueblo eran peñascales y pequeñas hondonadas, además de algún trozo de bosque de robles o de encinas enanas.

La vida en el pueblo se iba consumiendo lentamente entre atender al ganado y " zachuquear los cuatro cachos que tenemos ca uno junto al riachuelo de la Majada ".

Pero una mañana llegó al pueblo un " señorito " que buscaba gente para limpiar las encinas y hacer carbón y cisco con las ramas cortadas.

El tío Manuel y su cuñado Nicolás y su primo Genaro se apuntaron porque ellos " sabían hacer cisco pa los braseros ".

Y se fueron a Extremadura y allí se pasaron ocho meses ( de setiembre a abril ) haciendo carbón.

Vivían entre las encinas, en una casa sin luz, pero con un pozo al lado para coger el agua.

Era una casa de una sola habitación con una puerta al campo y una ventana sin cristales, que ellos taparon con dos sacos viejos.

Comían garbanzos, patatas y tocino, que compraban en la tienda del pueblo cuando bajaban a comprar el pan, un pan redondo de dos kilos, hecho con harina de trigo, que a ellos les gustaba porque el pan que sus mujeres hacían en el pueblo tenía poca harina de trigo y mucha de centeno.

Un día, a primeros de mayo, por la Fiesta de la Cruz, regresaron al pueblo con " unos buenos reales con los que aumentaron sus rebaños de cabras y de ovejas ".

- " Yo bajé a Extremadura por lo menos quince años a hacer carbón. Yo fuí el que bajó más años, hasta que me quedé sin cuadrilla porque los " otros " se fueron a Suiza a limpiar montes. ¡ Y buenas perras que ganamos !. Yo nunca llevo la cayá. Yo llevo un trozo de una rama de encina, de cuando yo era carbonero en Extremadura ", me contó un día a media mañana cuando me lo encontré sentado en un banco junto a la puerta de su corral de las ovejas.


Foto  pinterest.es


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