jueves, 29 de agosto de 2024

 LA CAYÁ Y EL MORRAL Y LAS DOS CAREAS





A Tiburcio lo llamaban en el pueblo  " Tuercebotas ".

Su profesión era la de pastor de su propio rebaño.

Un rebaño " de unas trescientas ovejas. Diez más o diez menos, ¿ qué más da ? ".

Tiburcio nunca supo cuántas ovejas tenía en el rebaño, pero sabía muy bien el número de corderas que estaba criando y el número de corderos y de borregos que había vendido.

- Lo de Tuercebotas me lo puso mi padre, porque decía que yo torcía las botas cuando caminaba por los cerros de los surcos de la rastrojera.

Las botas eran su calzado todos los días para salir al campo.

 Lloviera o nevara o hiciera calor - daba igual mucho que poco - Tiburcio llevaba siempre las botas.

- Los domingos me gusta ponerme unos botos camperos que me compré en una zapatería de la Plaza el Corrillo de la capital.

- Me los hicieron a medida, y el artesano que me los hizo me dijo " que mis pies no estaban torcidos, sino que yo torcía el calzado con mi caminar por los surcos de las tierras y por las piedras de la sierra ".
A Tuercebotas lo acompañaban siempre sus careas.

Ahora tenía dos careas : Mingo que tenía cinco años y Torana, que tenía tres años.

Torana era muy trabajadora " pero Mingo es un poquitín vago ".

Los dos careas los ha criado Tuercebotas y son hijos de la perra Sabina, que cada año paría una camada de careas.

- Me falta por mencionar la cayá y el morral, " que es el nombre que yo le doy a mi mejor compañero ".
 
- Los dos - cayá y morral - pasan la noche tras la puerta de la cocina, me explicó entre risotadas de " hombre de pueblo ".

Foto   pinterest.es

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