martes, 1 de enero de 2019


LA BOTA DE VINO





Mi padre siempre tuvo una bota de vino
La llevaba en la burra , vacía, cuando iba a la Sierra a buscar vino y la traía llena al regreso.
La bota estaba hecha de piel de gato.
Mi padre decía que tenía que ser " la piel de un gato."
- La piel de una gata no vale porque tiene los dos agujeros de las mamas y hay que taparlos con una bola de pez. Debe ser la piel de un gato que no haya sido el " jefe " de los gatos del pueblo porque tendrá arañazos, " esgarrones " y agujeros de las peleas.
El vino de la bota de mi padre era gratis.
Cuando yo iba a comprar dos pellejos de vino a las Casas o a San Martín siempre me llenaban la bota
-  Para que eches un trago por el camino. Me decía el vinatero.
El vino de la bota era de mejor calidad que el vino que llegaba a Cereceda en los pellejos.










Mi padre sacaba la bota cuando llegaba a casa alguna persona " que merecía echar un trago de la bota."
-  Eche usted un trago de la bota - le decía. Ya verá el vino que tiene.  La bota se estropea si se echa vino " peleón " en ella.
En esta época - la época de las matanzas - mi padre tenía siempre un vino especial en la bota para ofrecerlo al veterinario y a los amigos.

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