miércoles, 6 de febrero de 2019


EL CIGÜEÑAL

El blog Pataloso comienza hoy la publicación de algunos artículos que " vieron la luz " en el nº 3 de la Revista PATALOSO.
El artículo de hoy está dedicado a un " artilugio " que adornó durante años los linares de Cereceda en diferentes zonas del término municipal.








" Si subimos por la carretera hacia la Nava,  antes de entrar en el pueblo a mano derecha, entre los huertos, aparece como congelada en el tiempo detrás de unas paredes de piedra, una especie de escultura erguida en medio del campo. Como un mástil sin bandera, inclinado, ya casi rendido por el paso del tiempo y por el abandono, se nos presenta un testigo vivo de otra época. Se trata de uno de los últimos cigüeñales que sigue en pie en la sierra de Francia.

Allí está como una aguja gigante que clavada en la dura corteza, intentara sacar de las venas de la tierra el agua que, huraña y esquiva,  discurre por el subsuelo. Su sola visión es capaz de transportarnos al Medievo y evocarnos los paisajes de una lejana Mesopotamia de donde procede.

Después de siglos de existencia, estos primitivos métodos de extracción de agua se encuentran en peligro de extinción. Algunos aún permanecen enhiestos,  retadores y orgullosos, convertidos en un símbolo de la resistencia y a la vez de la derrota del mundo rural y de la cultura del agua, siempre escasa, siempre en disputa.

En Cereceda, los cigüeñales ya sólo existen en el recuerdo de unos pocos. La mecanización, al abandono y el paso del tiempo acabaron con ellos. Fueron testigos silenciosos, en madrugadas de frío, de épocas en las que el esfuerzo y el sudor de hombres y mujeres eran el abono de la tierra. Y con la cadencia de un tiempo arcaico en el que no existía la prisa, regaron pacientemente los surcos recién sembrados para que brotara la vida.

Herrada a herrada, humedecieron la tierra y con cada golpe de la pértiga, los hombres y mujeres se iban marchando. Las rejas dejaron de arar la tierra y no volvieron a sonar quejumbrosos los cigüeñales. Pasaron muchos inviernos, quizá demasiados,  y los cigüeñales se fueron cuarteando y resquebrajando hasta desmoronarse. Después los pozos se atollaron. Y el tiempo se encargó  de hacerlo todo borroso, incluso su recuerdo. "

                                Marcos Marcos Marcos. " Gato ". Psicólogo.

                                       Revista PATALOSO. Nº 3.  Agosto 2.018



  Foto   www. google.es     El cigüeñal de la Nava con la Peña de Francia en la lejanía.

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