sábado, 4 de enero de 2020


LAS CASAS DE MIS ABUELOS

Este artículo apareció publicado en las páginas 20 - 21 y 22 de la Revista PATALOSO.   Agosto 2.019.

Su autor es Isidro Marcos Martín, GATO  2.017



Cuando te acercas al final de la vida y estás liberado de obligaciones por tu edad, abundan las horas de ocio en las que la mente se vuelve hacia el pasado, con la nostalgia de hechos, lugares y personas.

Entre los muchos recuerdos que se acumulan en una vida de ochenta y ocho años, sobresale el recuerdo " cariñoso "  de los ratos que he pasado en las casas de mis abuelos Es el recuerdo dulce, cariñoso y placentero que no estaba empañado por ningún problema de los muchos que tiene la vida. Aquellos momentos los vivías con la felicidad de la infancia que hoy retornan a la memoria para satisfacción de la vejez.

Mi recuerdo de la humildad con la que vivían mis abuelos  en unas viviendas paupérrimas, carentes de cualquier clase de comodidades. El ser humano se acomoda a las circunstancias que le toca vivir pues tampoco podían aspirar a otras comodidades que en aquella época no existían. Eran felices con su pobreza y la llegada de la luz eléctrica fué para ellos un " salto de progreso " que nunca habían soñado.

Los candiles de petróleo o de aceite habían eliminado las sombras de las viviendas durante muchos años. La llegada de la luz eléctrica " borró " muchos sueños, recuerdos y esperanzas que, con su aparición destruyó para siempre.

Los abuelos de antier, necesitaban poca luz pues no les llegaban periódicos que leer. Muchos no sabían leer pues su paso por la escuela había sido muy corto dado su trabajo con los animales de la casa. La escuela estaba en el monte o en la sierra, en el cuidado de las ovejas.

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